Sonja Henie nació en Noruega en 1912 y desde joven demostró su destreza en el patinaje sobre hielo. En 1927, a los quince años, Henie ganó su primer Campeonato Mundial de Patinaje Artístico. Esto marcó el inicio de su dominio en el deporte, ya que continuó ganando este campeonato todos los años hasta 1936.
En los Juegos Olímpicos, Sonja Henie logró una hazaña notable al ganar la medalla de oro en patinaje artístico femenino en tres ediciones consecutivas: St. Moritz 1928, Lake Placid 1932 y Garmisch-Partenkirchen 1936. Su mezcla única de atletismo y gracia ayudó a popularizar el patinaje artístico y sentó las bases para su posterior carrera en Hollywood.
Después de su retiro del patinaje competitivo, Henie se mudó a los Estados Unidos para comenzar su carrera cinematográfica. Su primera película en Hollywood fue "One in a Million" (1936), que fue un éxito en taquilla y estableció su imagen de "la chica del patín" en la pantalla grande.
Entre sus películas más memorables se incluyen "Thin Ice" (1937), "Happy Landing" (1938), "Sun Valley Serenade" (1941), y "Wintertime" (1943). Estas películas, que incorporaban sus rutinas de patinaje, ayudaron a popularizar el patinaje artístico a una escala más amplia y le dieron a Henie una plataforma para demostrar su habilidad y carisma.
Sonja Henie dejó un legado duradero tanto en el patinaje artístico como en el cine. Su éxito abrió el camino para las futuras generaciones de patinadoras, mostrándoles que podían aspirar a alcanzar la cima tanto en el deporte como en el entretenimiento. Algunas patinadoras contemporáneas, como Michelle Kwan y Kristi Yamaguchi, han citado a Henie como una influencia y su impacto en el deporte y en la representación del patinaje en la cultura popular sigue siendo relevante hasta el día de hoy.